
LOS GUARDIANES DEL ESPACIO AÉREO
Una serie de inexplicables avistamientos en los cielos de Arica, en 1997, hizo que se creara un organismo oficial, dependiente de la DGAC, para estudiar los fenómenos aéreos anómalos: objetos o materia que pueden poner en riesgo la seguridad de las operaciones aéreas. Aunque se desmarcan de la ufología, un 5% de los casos que reciben no tiene explicación alguna, lo que da para todo tipo de teorías.
Revista Enfoque, 5 de diciembre 2018.
Hugo Camus (historiador, periodista), recuerda muy bien la primera y única vez que vio un objeto volador no identificado, una tarde desde su casa en Santiago. “Yo estaba en el segundo piso de mi casa, mirando por la ventana que daba justo hacia la Cordillera de Los Andes. Eran las 8 de la noche de un verano muy caluroso, me acuerdo perfecto”, dice. Había recién egresado de periodismo de la Universidad Católica. De pronto, mientras hablaba por teléfono con una amiga, “un objeto volador igual al Sputnik apareció flotando sobre los edificios de Santiago, a una velocidad muy lenta, y de pronto sale volando y desaparece, a una velocidad increíble. Fue extraordinario, algo de verdad sorprendente”, dice.
Hoy, Camus es el director del Comité de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos (CEFAA), un organismo oficial que depende de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y que nació en 1997, luego de una serie de avistamientos en la ciudad de Arica, donde por tres días seguidos se vieron extrañas luces en el cielo, quietas, hasta que finalmente desaparecieron, fenómeno que nunca se pudo explicar. Fui ahí, bajo el gobierno de Eduardo Frei, que se urge estudiar este tipo de fenómenos de forma oficial, con reportes y apoyo multidisciplinario entre varias entidades.
Pero más que centrarse en el fenómeno anómalo en sí -aunque también lo hacen-, la misión de Camus y su equipo es asegurar las operaciones aéreas en nuestro territorio, estableciendo protocolos para pilotos en caso de enfrentarse a uno de ellos y así no poner en riesgo la seguridad de la nave. Y aclara: “No somos ufólogos, aunque respeto mucho a algunos. Nosotros no estamos buscando extraterrestres, queremos alertar, generar conciencia y establecer los pasos a seguir, que básicamente es reconocerlo, reportarlo y no desviar el curso del avión, seguir en la misma ruta, a menos que venga directamente hacia la nave, que solo ha ocurrido una vez, cuando un piloto vio venir un objeto luminoso en su dirección y tuvo que esquivarlo cambiando su rumbo. Afortunadamente no pasó nada”, dice. En el CEFAA, un búnker blanco que está a un costado del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio, en Cerrillos, no utilizan el término OVNI, sino que FANI, que quiere decir Fenómeno Aéreo No Identificado, porque además de los objetos -OVNIS-, incluimos luces, gases o plasma, “por lo que es una denominación más completa”.
Desde su creación, en marzo de 1997, el CEFAA ha investigado 846 casos. De ellos, un 72% termina siendo explicados. “Lo más común es que sean pájaros, reflejos en el teléfono o insectos. La gente además suele ver Venus y también la Estación Espacial Internacional, que se noche se ve”, dice Camus; un 23% queda pendiente por falta de evidencias y un 5% se cierra como inexplicado, “cuando ya descartamos todas las hipótesis posibles”. De los países que también tienen su equivalente del CEFAA, todos manejan ese mismo porcentaje para fenómenos que no pueden explicar.
Cuando el comité recibe un caso, ocurre lo siguiente: “Empezamos a agotar todos los medios de información. Por ejemplo; le pedimos a meteorología que nos diga cuáles eran las condiciones del clima, a la Armada o Carabineros los llamamos para preguntarles si había aeronaves de ellos volando por esa zona, vemos en qué posición estaban los satélites para descartar esa opción, y así, hasta ir agotando todas las posibilidades”. La oficina también trabaja con entomólogos y ornitólogos, que los ayudan a investigar si el objeto fue un ave, “cosa que pasa muy seguido”, además de contar con apoyo de astrónomos y exobiólogos cuando ya se trata de elementos que vienen desde fuera del planeta.
EL CASO
Antes de la creación del CEFAA, este tipo de investigaciones estuvo a cargo de lo que hoy es la Dirección Meteorológica de Chile, en Quinta Normal. Napoleón Duarte, su primer director, formaba parte de la comunidad científica de la época y se reunía con otros investigadores a analizar las informaciones que se publicaban en las revistas especializadas sobre estos casos. Entonces, pidió a las 42 estaciones meteorológicas del país que informaran del avistamiento de objetos en el cielo que no fueran aeronaves. Durante esos años recibió más de una veintena de reportes sobre avistamientos.
Hasta que, a fines de marzo del 97, una serie de avistamientos en Arica durante tres noches seguidas alertó a todos los nortinos. El caso más emblemático fue el de un avión militar que realizaba ejercicios de aproximación. Una luz extraña fue captada por la torre de control y le preguntaron al piloto si había podido verla. Aunque sí la había visto, prefirió no informarla. De pronto, vio una luz amarilla muy brillante que destacaba del resto de las luces de la ciudad y que comenzaba a moverse en forma paralela al avión, apareciendo y desapareciendo, hasta que finalmente se fue, a una velocidad indescriptible.
Casos como ese hay varios, pero tienen mucho cuidado con relacionar los avistamientos con vida extraterrestre. “Si existen, quiero evidencias, que me muestren videos, fotos, lo que sea. No podemos decir que es algo solo por el hecho de no saber lo que es”, dice Camus. De igual forma agrega: “mira cómo son las cosas del tema extraterrestre. Hace 40 años ningún astrónomo se atrevía a hablar de vida extraterrestre, porque ni siquiera se habían descubierto los planetas extrasolares. Hoy se conocen más de 2.600 planetas extrasolares y un gran porcentaje de ellos tiene agua. Marte tiene agua líquida subterránea y es de lo más común hablar de esto”.
El comité va a seguir con su misión de dar charlas en aeropuertos y aeródromos para que pilotos conozcan y sepan cómo actuar ante cada situación, para que estén tranquilos y no se distraigan. “Tenemos muchas ganas de contar lo que sabemos”, cierra.